lunes, 12 de noviembre de 2007

Nuestro querido río color de león


A continuación quermos compartir con ustedes este texto del año 1989, el cual nos puede hacer reflexionar un poco acerca de cómo tratamos nuestra más cercana fuente de vida, y lo que hacemos para conservarla.

(extraído del Prólogo del libro Guia R.A. de pesca deportiva, Río de la Plata, pejerrey y variada, por Raimundo E. Arribas).
Cuando en el año 1516, el navegante español Juan Díaz de Solís (piloto mayor del reino), descubrió el Río de la Plata (que llamó Mar Dulce), lejos estaba de predecir el triste destino, que a este paso, los argentinos le reservan.
Tiene el honroso privilegio de ser uno de los ríos más anchos y caudalosos del mundo, con una superficie cubierta por las aguas de 35.000 km2. Punta Piedras en la República Argentina y Punta Brava en la República Oriental del Uruguay, limitan sus aguas siempre dulces pero no tan limpias, constituyendo estas referencias la anchura máxima del río con 94 kms.
Pero causas físicas y sociales traban las buenas intenciones por mejorar las pésimas condiciones de su gran cantidad de afluentes, llámense Riachuelo, Reconquista, Morón, Cildañez, Sarandi, Jiménez, etc.
Se transgreden normas que requieren el tratamiento especial de plantas depuradoras, para la eliminación de descargas de miles de fábricas de diversa índole.
Se alijan barcos en áreas prohibidas, sumándose a los detritos que arrastran y vuelcan el Paraná y Uruguay.
El viento S.E. es cómplice si sopla con fuerza, manteniendo alto nivel del río sobre la costa, a veces hasta con inundaciones; arrastrando basura y taponeando los afluentes, ya de por sí contaminados y envenenados por desagües cloacales, domiciliarios e industriales. Las mareas normales no alcanzan a limpiar con su reflujo las aguas costeras, infectadas por tantas bocas asesinas que agitan durante todo el año luces rojas de peligro.
Agrava la situación de esta cuenca, el caudal y dragado insuficiente de la gran mayoría de estos ríos y arroyos, de escasa pendiente, limitando la velocidad de las corrientes, y permitiendo la obstrucción de sus cauces que forman verdaderas cámaras sépticas, hasta que una lluvia providencial arrastra este barro contaminado, depositándolo y acumulando sus bacterias de putrefacción en el Río de la Plata.
Se calcula que una gota de agua de nuestra costa puede llegar a contener ¡mas de 2.500 bacterias! Obras Sanitarias contribuye con 2.000.000 de metros cúbicos de líquidos cloacales, y nuestras industrias (más de 5.000), lanzan desechos de alto poder contaminante, como arsénico, nitritos y nitratos.
¿Y QUE ESPERAMOS...?
¡Basta de Prohibiciones ridículas! ¡ Y de soslayar lo que realmente debe estar vedado!
Tomemos el ejemplo de naciones adelantadas tecnológicamente.
Acatemos consejos técnicos y científicos de nuestro país y del mundo.
Es hora de vencer prejuicios e intereses.
Son medidas trascendentales las que abarca este desafío, que quedarán marcadas al rojo vivo en la historia, según la valentía o inoperancia de los hombres.
Recuperemos los espacios verdes.
Protejamos napas de consumo humano.
Preservemos la ictiofauna.
Defendamos la naturaleza.
Resguardemos la salud y no la peste.
Aseguremos la vida de nuestros descendientes.
Para que este río no se transforme en la cloaca más grande y caudalosa de mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.