lunes, 9 de agosto de 2010

Otra vez Esquina!

Como todos los años promediando Julio, nos fuimos con Juanchi a Esquina a pasar unos días de pesca. Hoy en día por más que se contrate un guía de lugar la buena pesca no está asegurada, y mucho menos si se pretende pescar sin uno de ellos, que es lo que hacemos nosotros. Previo paso por la morenera de La Paz (esta vez con excelente carnada), llegamos a Esquina al camping del Sr. Mantilla, que directamente ya nos tratan como de la familia, el miércoles por la tardecita, ya sin sol, donde luego de unos mates, nos pusimos a armar el gomón para que a la mañana siguiente pudiéramos salir bien tempranito. Asadaso mediante, a la carpa y a esperar que se apague la tele que tenemos en nuestra cabeza que no paraba de inventar correderas maravillosas y peces majestuosos.
Mañana del jueves. Frío pero pasable, un día espectacular y prometedor. Salimos rumbo al norte de la ciudad a probar suerte sobre el río Guaycurú. Hoy en día nos hemos perfeccionado en el tema “navegación Paranaense” y contamos con una PC que en sincro con el GPS GARMIN GAUCHO, nos va mostrando la imagen satelital del lugar, más allá de poseer varios tipos de cartografía del lugar, y es lo que más nos resultó para ese laberinto de islas, bancos y ríos. El Paraná nos recibió tranquilo, como invitándonos a cruzar. Así lo hicimos, y dimos con una zona de muchísima actividad pero de doradillos, entretenidos para nuestra llegada pero después de estar un rato bajo el sol queríamos más. Allí podríamos haber estado todo el día pescando, al reparo del viento y con un solcito espectacular para estos días invernales, pero eso no nos terminaba de convencer. A garetear! Meta vino, calma y un paisaje de ensueño durante muchos kilómetros sin interrupciones humanas, el paraíso. Pero de pique, nada. Igualmente nuestras pescas son así, hay mucho tiempo de búsqueda, y, si bien ya tenemos nuestros lugares “clave”, estos pueden fallar, así que siempre estamos conociendo nuevos recovecos, algunos rendidores y otros no, pero siempre agradeciendo por tan magnífico lugar. Así el primer día de pesca estuvo tranquilo, algunos llaveritos por aquí otros por allá, y con muchos kilómetros nuevos recorridos (ya debemos llevar más de 300 km de costas reconocidas). Llegamos a la ciudad, donde nos tomamos una cervecita acompañada de pizza para tranquilizar la buzarda.
Viernes. Día hermoso, bien temprano. La embarcación lista. Rumbo Sur. Corredera conocida, bautizada Corredera Gabriel Gutierrez, en honor a aquél guía que nos iniciara en la pesca del Dorado. Un tipazo. Pintaba bien, el agua corría… el sol empezaba a calentar, especial. Líneas al agua y a darle nylon… De pronto, aparece una lancha y se amarra a la costa encima de mi línea!!! Una vergüenza de guía nos arruinó el lugar. Para colmo empezaron a tener piques!!! Los quería matar!!! Indignados, emprendimos la retirada, y con un corte de manga cerramos capítulo. Como remontar la situación de malhumor? Primero, pasame un vino. Después, hay que buscar otro lugar… Y eso hicimos.
Nos dirigíamos a la zona del Ingá, cuando… Acá tiene que haber pescado. Démosle una oportunidad. Y empezó la locura.
Lleno de dorados promedio 3kg, un pique tras otro, saltos por todos lados, dobletes, una fiesta!No te podías servir ni un vasito de vino! ESPECTACULAR!!!
Pescamos toda la mañana, y por la tarde hicimos un poco de tierra para probar con los muñequitos, esta vez, sin éxito. Cerramos el día con un atardecer a pura pesca. Navegada nocturna impresionante con luz de luna incluida y una pesca espectacular en el haber.
Sábado. Mismo lugar? Obvio! Pero con cambios. El día pintaba feo, lluvia en el pronóstico y cielo cargado. Un viento helante nos molestaba un poco, igualmente sacamos algunos dorados, estaban ahí, un poco más reacios por el ofri.
Decidimos mover para intentar unos garetes por un riacho, total, ahí la pesca seguía estando, sólo que queríamos probar suerte con algún grande o con suerte algún surucho. Flojo, pero por lo menos al reparo del viento que nos estaba volviendo locos. Cuando volvimos… una lancha, la Put…! Igual estaban mal fondeados. No iban a pescar. Teníamos visto del día anterior un arroyito con una corrida de agua impresionante, así que para despistar nos fuimos ahí, aparte el viento estaba insoportable. Un pozón tremendo, con camalotes y todo incluido. Agua que corre, a ver que pasa. Algo picó, fuerte, pero se fue. Tiró bien para abajo. Un surubí? Pudo ser. Varios bigotudos de todo tipo, unos vinos, algo de picar y largá el fondeo que a este lo gareteamos también. Hasta ahora todo con morena, nada con señuelo y la mosca estaba complicada por el viento. En el garete y ante una salida a un río más caudaloso, sobre una margen, una barranca. Tirá el fondeo. Líneas al agua pique instantáneo! Un espectáculo.
Con señuelo y carnada. Así que un rato ahí nos quedamos. Luego largamos fondeo, y ahora sí, era el turno de los señuelos. La clásica, yo con cuchara, Juanchi con señuelo.
Cada 50 metros pique. Impresionante.
Todos grandecitos, hasta un doblete espectacular. Le hicimos dos o tres pasadas y paramos en la isla a descansar un rato.
Estábamos exhaustos! Fuego. Ollita, fritanga. Como nos debíamos eso. Para coronar la salida. Hace ya varios años que practicamos la pesca con devolución y sólo lo habíamos hecho una vez.
Un poco de descanso, algún que otro doradillo en las cañas que habían quedado en el agua y devuelta a la cancha.Esta vez ya con la pesca hecha volvimos con luz al camping donde una buena ducha de agua caliente nos esperaba.La noche pintó salada, se llovió todo, pero al otro día estaba todo despejado. Pero con un viento Sur de la ostia. Así que encaramos a nuestro querido Río Corriente, el cual sin el conocimiento de haberlo navegado casi en seco, lo cual nos dio un mapa preciso de los bancos, hubiese sido un golpe tras otro. Nos dirigimos a una corredera de antaño donde tuvimos alguna que otra captura, hasta que llegó una lancha y decidimos movernos por ahí cerquita. Donde capturamos unos cuantos doraditos, algunos que casi ni los clavábamos para evitar lastimarlos, y se soltaban solitos al borde del gomón. Nos movimos a otro lugar donde corría mucha agua y le dimos un rato. Ahí tuvimos el encuentro con la Prefectura. Muy cordiales nos pidieron permisos de pesca, carnet de timonel y elementos de seguridad. Teníamos todo así que no hubo ningún problema. Un rato antes estábamos pensando en unos chicos que habían salido al Paraná en un chichorro con un motor de 9 caballos. Pensábamos que mal la estarían pasando si donde estábamos nosotros al reparo estaba bravo, el Paraná debería ser un mar enfurecido. Bueno, nos comentaron en ese momento que el bote se había ido a pique y que los habían rescatado. Estaban bien, pero una noticia tremenda. Al río hay que tenerle muchísimo respeto. Estos chicos pasaron un susto, pero podría tranquilamente haber pasado lo peor, tuvieron suerte. Después del episodio, el lugar ya no daba para más, juntamos coraje y nos dirigimos a unos pozones a intentar un garete. Hubo que ponerle un huevo de acero, ya que entre el viento y las olas que por momento se formaban, parecía que estábamos en una licuadora. Algún doradito entre olas y suficiente, buscamos reparo del viento. Una linda corredera con costa arbolada nos acobijó mientras picábamos algo y descorchábamos un vino soda. La pesca ya estaba hecha. Volvimos con un viento en contra tremendo parando cuando veíamos alguna costa para tirarle con el arsenal bait castero y seguíamos con la vuelta. Llegamos con una felicidad extrema, y con la tranquilidad de todo el mundo desarmamos el bote, acomodamos los bolsos y disfrutamos de un espectacular guiso de lentejas para recomponer el calor.
Una de las mejores pescas de nuestras vidas. Esquina es un paraíso.